En esta ocasión los relatos debían empezar con "Y se ríe...".
Título: Risita nerviosa
Y se ríe. Es que no lo puede evitar. Cada vez que hay algo solemne, le da la risa, pero no una risa cualquiera, disimuladita, no; se ríe a carcajadas, tanto si es una jura de bandera, como si es un bautizo o un entierro. Ojo, que después lo pasa fatal, y yo más todavía, explicando que es un tic, que no es por ofender. Hemos llegado ya a un punto que nunca vamos a ningún acto formal pero claro… a éste no se puede faltar. Con lo bien que iba el Juicio Final.
Título: El chiste
Y se ríe cada vez que cuento el chiste. Es el mismo que suelto cada vez que nos reunimos los amigos de la promoción, y van veinte años ya. Veinte cenas en las que volvemos a revivir las mismas anécdotas, las mismas gracias, las mismas chanzas. Revivimos, los que quedamos, una noche al año, aquel tiempo en el que una vez fuimos jóvenes y audaces. No más despiertos, eso no. He tardado veinte años en darme cuenta de cómo brillan sus ojos cuando cuento mi chiste. El de cada año. El que no soporta mi mujer.
Y se ríe, como si sólo él se diera cuenta de lo cómico de la situación. Nos miramos desconcertados. Alguien, un poco más atrás, empieza a desternillarse también, contagiado por aquella risa, incapaz de aguantar la tensión por más tiempo, y pronto estamos todos riendo a carcajadas, incluso el capitán del pelotón de fusilamiento, que ya hasta lágrimas en los ojos tiene. Los fusiles terminan por el suelo, y tenemos que sostenernos unos a otros para no revolcarnos por el suelo con la chufla. Y claro, en todo esto, el espía se termina escabullendo. Tiene gracia la cosa.
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