viernes, 29 de junio de 2018

La final


Suena el timbre y en la puerta aparece Paco con la camiseta de España.
- Joder, tío ya era hora, que llevamos un rato esperándote – le espeta su hermano Antonio, la cara pintada de amarillo y rojo.
- Perdón, pero no veas lo que me ha costado encontrar una camiseta sin la estrellita.
- Coño, que tampoco había que pasarse, que papá no se va a dar cuenta.
- Sí, sí. Nunca se sabe.
- Pues haberte puesto la de todos los años.
- ¿Pero tú te crees que tengo yo el cuerpo del 2010?
Una tercera voz les llama desde el salón.
- ¿Busco ya a papá?
- Sí – grita Antonio – Ya voy poniendo yo el DVD.
Manuel se va al cuarto del padre. Allí está, recostado en su cama, la mirada perdida en algún punto de las estanterías. Toca la puerta y su padre tarda lo que le parece casi un siglo en reaccionar. Por un momento, le mira como se mira a un extraño que de pronto hubiera aparecido en la entrada de su cuarto, pero una expresión de alivio termina asomándose entre las arrugas de su rostro. Manuel sabe que le ha reconocido.
- Papá – dice, acercándose – vamos ven al cuarto, que va a empezar el partido.
- ¿El partido? – dice el anciano sorprendido - ¿qué partido?
- La final, papá, la final del mundial. España Holanda – responde Manuel.
- No, no me había acordado.
- Venga, ven, apóyate en mí, que Pablo y Antonio ya han llegado.
El anciano deja que su hijo mayor le ayude a incorporarse, y poco a poco recorren el camino hasta el salón. En la tele ya está sonando el himno.
- ¡Papá! – dicen ambos al mismo tiempo acercándose hasta él.
- Pablo, Antonio, pero qué alegría. ¿Os ha visto vuestra madre?
- Sí, sí – reacciona rápido Antonio –  pero dice que a ella el futbol no le va, que se va a casa de la vecina.
- Y tú, Pablo… Pero qué gordo te has puesto. Pues si esto es ahora, ya verás cuando te cases.
Pablo se ríe y oculta la mano con el anillo en el bolsillo. Su padre estuvo en su boda, poco antes de que muriera su madre y el alzhéimer hiciera estragos en su memoria.
Manuel observa, un poco separado, como su padre se sienta con sus hermanos frente al televisor. Enseguida irá él. Antes quiere guardar en su memoria aquella imagen de felicidad. Tiene la esperanza que a él no le ocurra lo que a su padre. Que se pueda marchar de este mundo acordándose de todos los momentos, los malos también, pero sobre todo, los buenos.
¿A quién se le ocurrió aquella locura? ¿A Pablo, el más bromista de todos, a Antonio tal vez, el más detallista? ¿O a él mismo? Daba igual. El caso es que el día del cumpleaños del padre, lo sacaban de la residencia y revivían aquellos días en el que fueron tan felices, ellos y casi toda España, sufriendo 116 minutos hasta que Iniesta, al tiempo que el balón se estrellaba en la red, les abría las puertas de la gloria. El Alzheimer, el mismo causante de la degradación de su padre, como contrapartida, le permitía volver a disfrutar aquel día como la primera vez. Cada pase de Xavi, cada falta, cada parada de Casillas...
- Venga Manuel, que estamos votando a ver quién va a marcar el gol de la victoria – dice Pablo.
- Yo creo que Navas – dice Manuel, como siempre.
- Jo, chaval, no tienes ni idea – dice Antonio.
Y Manuel se sienta a ver a jugar a España con su padre y sus hermanos, sin tener muy claro quién de los cuatro es realmente más feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario