martes, 27 de marzo de 2018

Travesuras en el Tercer Planeta


Bobo y Lumilio bajaron la vista abochornados. Aún llevaban encima el hologramus que tan bien les había servido para ocultar su verdadera fisonomía, por lo que resultaba en cierto modo cómico observar a sus pamadres, indignados los tres hasta el último tentáculo de su rechoncho y verdi-azulado cuerpo, amonestando tan seriamente a aquellos dos adolescentes que asemejaban ser un par de cariacontecidos y barbudos humanos.
- ¿Acaso no sabéis que nunca debemos mezclarnos en los asuntos de las especies atrasadas? – clamaba Volvorón, al que casi siempre le tocaba llevar la voz cantante en la educación de sus desobedientes hijos.
- Imaginad que la duplicadora de materia cae en manos de estos salvajes, ¿qué creéis que hubiera pasado?
A pesar de la bronca que estaban recibiendo, Bobo y Lumilio no pudieron evitar una sonrisa, al tiempo que se miraban de reojo, recordando la que habían montado en aquel monte, cuando solo tenían dos panes y cinco peces, pero utilizando la duplicadora consiguieron alimentar a la maravillada multitud. Nadie, excepto ellos, conseguía entender que siguieran extrayendo más panes y peces de la cesta. Aquella trastada había sido incluso mejor que cuando, un tiempo atrás, en una boda, añadieron extracto de vino super-concentrado del planeta Alfa-Épsilon a los barriles de agua.
- La culpa – intervino Aaaarrggg, que como su propio nombre indicaba, siempre era el más razonable de los pamadres - es de ese amigote que se han echado. El otro día los pillé jugando con el rayo anti-gravitatorio, haciendo como si anduviera sobre las aguas. El hijo del carpintero… ¿cuál era su nombre?
- Ni idea – respondió Axhlebmlsrkes, quien completaba el trío de pamadres – Estos humanos se empeñan en escoger nombres impronunciables.
- Pues eso se va a acabar. – sentenció Volvorón - Tenéis prohibido volver a ver a ese tal…
- Jesús – intervino Bobo.
- Gracias – dijo Axhlebmlsrkes, al que la baja polución del planeta provocaba molestos estornudos.
- Como se llame. - continuó Volvorón, incómodo por la interrupción -  Se está corriendo el rumor de que estáis usando nuestra avanzada tecnología médica en estos terrícolas, curando cegueras y parálisis… ¡Hasta resucitando muertos me han dicho! Si quieren medicina, que la paguen. No estamos aquí de “misiones”, puñetas.
- Pero pamá… - comenzó a quejarse Lumilio.
- Ni pamá, ni mapá. – amenazó Aaaarrggg, al que aquella discusión incomodaba bastante - Dentro de tres días nos vamos y no quiero más líos. Además, ya habéis estado de cena hoy, ¿verdad?
 Bobo y Lumilio se encogieron de hombros. La cena había estado bien, pero habían tenido que dejar a su panda por la llamada de sus pamadres. A pesar de la bronca, tenían pensado llevarse a su amigo con ellos, escondido en la bodega. Sería humano, pero era muy divertido. Total, si los descubrían, ya lo traerían de vuelta dos mil años más tarde, siglo más o siglo menos. Tampoco cambiarían tanto las cosas en ese tiempo.

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